Espagnet dice: " La regeneración se

hace por medio de un espíritu de fuego

que baja en forma de un agua que quita

la mancha original de la materia ".

De arriba tienes que hacer bajar el fuego

filosófico que purificará tus conceptos y

limpiará tu alma. Aquí hay un gran

misterio.

Sólo obtendrás este fuego enigmático

con un maravilloso esfuerzo de voluntad

y con una demanda ardiente.

Estas cosas están en la misericordia de

Dios, como dice Basile Valentin. Pontanus, reconoce haber errado más de

doscientas veces, y aunque trabajaba sobre la verdadera materia, ignoraba

la naturaleza del fuego filosófico.

Que tus manos y tus intenciones sean puras, sinó, esta ayuda celestial te

será totalmente rechazada. Él es el influjo astral, el rayo nacido del cielo

que brota de la nube hacia el atanor, el vínculo que une el macrocosmos y

el microcosmos. Sin él no puedes cumplir nada y con él eres fuerte con

toda fuerza.

Zaratustra le llamaba Berezesengh, el fuego que está delante de Ormuz.

Moisés le llamaba la llama de oro y los Magos la expresaron sobre las

tablillas Caldeas.

Es el Espíritu mismo de Dios que baja impetuosamente sobre el Filósofo, y

que, al combinarse con el fuego central, es decir, con la propensión interior

de su alma hacia el Misterio, lo hace vaticinar y le da el poder de hacer

milagros.

Recógete, Discípulo mío, tienes que ser el templo de este espíritu ardiente

que opera grandes cosas.

Recuerda que las cenizas de los Filósofos contienen la diadema de su Rey.

Cierra tu alma a las impresiones exteriores. Unta tu atanor con el betún de

la Sabiduría. No mires hacia fuera, en las tinieblas. Quédate en el centro;

acércate tanto como puedas a la ignición por temor de que te lleve el

engaño, el torbellino helado del Maligno que ruge, "quaerens quem

devoret" (buscando a quien devorar).

2Guárdate de los espectros mortíferos, los espíritus catabólicos que giran a

tu alrededor. Mira como te espían los fantasmas, invoca las egrégoras,

calienta bien en tu seno el pájaro de Hermes.

El alce está a punto de nacer, Discípulo mío, alégrate; y si sabes provocar esta corriente magnética que debe establecerse entre tú y las esferas superiores, es que posees el Magisterio, y el resto es un juego de niños. Mira en el portal derecho de Notre Dame de París, está esculpido el obispo encaramado sobre el aludel donde se sublima el Mercurio filosofal, aunque encadenado en los limbos. Él te señala de dónde proviene el fuego sagrado. El capítulo, al dejar por tradición secular esta puerta cerrada todo el año, te indica que aquí se encuentra la vía no vulgar, desconocida para la gente y reservada al pequeño número de los elegidos por la Sabiduría. Pero no se me permite hablar más sobre este tema.

Grillot de Givry

IGNIS PHILOSOPHICUS

RVM