Dice Hermes Trimegisto: «"Venid,
Hijos de los Sabios, alegrémonos
todos juntos, hacemos estallar
nuestro júbilo con gritos de
alegría porque la muerte se ha
consumado”».
¡Nuestro Hijo reina, se ha
revestido y adornado con su capa
púrpura!
¡Hosanna, Discípulo mío! Has
llegado al último recodo del
camino; has subido el séptimo y
último escalón de la escalera de
la perfección. Reviste la Piedra con su manto real. Exulta, i rubifícala.
Has sido investido con un poder espléndido. Estás en anagogía, en el
Paraíso. Si quieres puedes entrar en èxtasi, inundar tus ojos con la Luz
celestial, abstraerte lejos de este mundo en la contemplación del
Absoluto.
Todos los misterios han sido mostrados delante de tus ojos. El poder te
ha sido concedido.
Llegado a esta cumbre de perfección, has sujetado completamente las
energías físicas a las fuerzas de tu alma. ¡Posees la defensa para todos
los males, el remedio universal!
Tu vida se sustentará en sí misma, porque sabrás extraerla directamente
de la fuente de la vida.
La distancia y los obstáculos ya no existirán más para ti, gobernarás la
naturaleza y los elementos, verás el porvenir y leerás en las conciencias.
Y así reconstituirás el estado edénico primordial, y esta vida exaltada
será similar para ti a la inmortalidad, en la que entrarás sin solución de
continuidad ni estado transitorio.
Esto, Discípulo mío, es la resurrección de nuestro Rey de Gloria y que
viene hacia ti, estallando de esplendor. Acuérdate de los maestros: todos
ellos han cumplido la transmutación del mercurio filosófico, el día de
Pascua al son de las campanas y los cantos jubilosos del Aleluya, es
decir, al final de la larga noche durante la cual murió y sufrió nuestro
Rey, la víctima pascual.
¡Alégrate de este don divino que te ha sido concedido en este día!
Es el carbunclo verdadero, el vitriolo rubificado, el bálsamo de vida
triangular, el "balsamum perfectum" que te ofrece la misma mano de
Dios; es el rocío de la mañana, la quintaesencia noblemente destilada, el
pescado sin espinas que nada en el mar filosófico, lo que los Alquimistas
llaman con una palabra única:
¡El Universal!
Ahora te has convertido en el Águila que mira al sol fijamente. H
mantenido, pues, mi promesa y te he guiado de la mano hasta el dintel
del Absoluto.
Si has sacado algún fruto de la lectura de estas páginas, da gracias al
Señor, y cuando entres en la Gloria concede, discípulo mío, algún
recuerdo a tu Maestro, a aquel que te ha indicado la Vía verdadera sin
engaño: ¡la Vía Real del Absoluto!
Grillot de Givry
PROYECCIÓN
Chymicum Médica Opus, de Johann Daniel Mylus 1.618
Gravado de Matthäus Merian el viejo